Muestra colectiva.
Centro Cultural Recoleta, CABA.
Artistas: Marcela Cabutti, Paula Duro, Yaikel y Maximiliano Peralta.
Curaduría: Laura Spivak y Julián Manzelli.
Fotografía: Fabián Cañás.



Julián Manzelli y Laura Spivak

Sin duda, los seres humanos juegan un rol fundamental en su relación con la naturaleza, porque los distingue la capacidad de reflexionar sobre el lugar que ocupan en ella. Es esta capacidad cognitiva la que les permite y permitirá reconsiderar los términos de esta relación de cara al futuro. Porque repensarla es un ejercicio tan vital como necesario. Michael Yaikel, Marcela Cabutti, Maximiliano Peralta y Paula Duro trabajan sobre ella. En sus obras ponen en evidencia los distintos procesos sociopolíticos y filosóficos, técnicos y materiales, implicados en su creación.
En los murales y pinturas de Michael coexisten amigablemente plantas, animales y seres humanos. Como intérprete de la naturaleza y sus colores, busca dar visibilidad a aquello que estamos perdiendo por la expansión del capitalismo violento, destacando la importancia de una convivencia pacífica y respetuosa con la naturaleza, y recuperando saberes de las culturas originarias. Maximiliano por su parte, recoge los desechos de talas y podas descartadas en terrenos baldíos que son consecuencia de la expansión inmobiliaria en Rincón -Santa Fe- donde actualmente vive. Se los apropia y re-significa, para realizar objetos, instalaciones, esculturas. En su práctica artística, los oficios y las relaciones que establece con su entorno social y natural ocupan un lugar destacado.
Marcela trabaja tanto con grandes industrias como con artesanos, compartiendo prácticas, afectos y experiencias.  Para ella la creación de formas y volúmenes – de ladrillos, barro o cristal- es fruto del ejercicio de estos saberes, puestos al servicio de la intuición y la materia que, combinados, arrojan como resultado universos propios y desconocidos. Paula, frente al materialismo extremo y los continuos desprecios a la naturaleza, nos conecta con ciertos rituales y conocimientos primitivos y profundos, tan necesarios para repensar el mundo futuro como para viajar al inconsciente y a la espiritualidad. Su iconografía alucinante y misteriosa está poblada de referencias ancestrales y también contemporáneas.
Organizados en duplas, los artistas se encuentran en un espacio común para intercambiar ideas, imágenes, cosmovisiones, materias y escenarios.  El resultado de estos encuentros revela que tal como sucede en la naturaleza, es esencial la interacción para vivir en relación con el otro en un intercambio constante y colaborativo. Intercambio que adquiere, a su vez, un valor simbólico y mágico que nos conecta con lo intangible y lo real, al revalorizar saberes compartidos y heredados.

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