Daniel Gigena. JUEVES 16 DE MARZO.

Arte para la biblioteca

Tres libros dedicados a la obra de artistas se presentan en estos días en Buenos Aires, casi en simultáneo. Abordan la producción de Silvia Rivas, Marcela Cabutti, Leo Chiachio y Daniel Giannone, entre otros

Tres libros dedicados a la obra de artistas se presentan casi en simultáneo en estos días en Buenos Aires. Dos de ellos reúnen por primera vez las labores de dos argentinas, Silvia Rivas y Marcela Cabutti. En el tercero, editado en Estados Unidos, se sondean los trabajos de treinta artistas contemporáneos lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros y de género queer de todo el mundo que exploran las tradiciones del arte textil. Abiertas al público, las convocatorias se realizarán hoy, el lunes próximo y el 28 de marzo en tres de las grandes instituciones artísticas de la ciudad. Los protagonistas serán los libros.
Hoy a la tarde, a las 19, en Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat el curador neoyorquino John Chaich presenta, junto con los artistas del bordado Leo Chiachio (Banfield, 1969) y Daniel Giannone (Córdoba, 1964), Queer Threads: Crafting, Identity and Community. El volumen indaga y exhibe en una gran edición las labores de varios artistas, de Ciudad del Cabo a Buenos Aires, pasando por Nueva York y Londres. Entre otros seleccionados por Chaich figuran Chris Bogia, Diedrick Brackens, Melanie Braverman, Nick Cave, Caroline Wells Chandler, los argentinos Chiachio y Giannone, Liz Collins, Ben Cuevas, Harmony Hammond y Sheila Pepe.
“Cargadas de connotaciones de género, herstories (las historias femeninas y feministas) y las experiencias que involucran el tacto y las técnicas artesanales como crochet, bordado, tejido, costura, macramé y quilting se vuelven una plataforma adecuada para examinar los roles, los gustos y las relaciones socializados dentro y alrededor de la cultura gay y lesbiana, además de los cuerpos, las culturas y los espacios que formamos”, escribe Chaich.

Primeras antologías

“Es la primera publicación antológica de mi trabajo y recorre casi treinta años de producción -dice Silvia Rivas (Buenos Aires, 1957)-. Como mi obra se caracteriza por la multiplicidad de soportes, la idea era hacer foco en la materialidad, que el libro como objeto transmitiera esa asociación entre el soporte y la poética de la obra, y a la vez plasmar la idea de proceso.” Rivas es una de las videoartistas más destacadas del país. Entre otras distinciones, recibió la beca Guggenheim y, en dos ocasiones, el premio Konex. En sus obras, el tiempo y el espacio se configuran en variantes poéticas del sujeto en el paisaje.
“Empezamos a trabajar con la editora Valeria Balut a principios del año pasado -cuenta-. Se hizo un trabajo de catalogación exhaustivo para documentar las obras.” El libro posee un ensayo del curador Rodrigo Alonso, que sitúa la obra de Rivas en contexto desde los años noventa hasta el presente. En el libro, las imágenes se alternan con el texto y permiten una lectura anfibia. El texto del crítico e investigador Rodolfo Biscia, desde la filosofía, se ocupa de la videoinstalación y el tiempo como temas centrales, y se suma una entrevista del teórico colombiano Andrés García La Rota a Rivas.
La presentación del libro se realizará el lunes 20 a las 19 en el auditorio del Malba. Participarán la artista y Balut, directora de ARTA Ediciones; la crítica Ana María Battistozzi, Rodrigo Alonso y Rodolfo Biscia.
Marcela Cabutti (La Plata, 1967), creadora de obras indelebles en la memoria de los que pudieron verlas, ofrece ahora un archivo impreso de esos trabajos. Aire alrededor de los objetos es, como en el caso de Rivas, la primera publicación que reúne su producción de los últimos veinte años. Fue editado conjuntamente en colaboración con Julián Mizrahi y Josefina Salinas e incluye un ensayo crítico de Adriana Lauria que vincula obras, experiencias conceptuales y poéticas que Cabutti ideó en función de grandes temáticas: la naturaleza, la ciencia, la geografía y la botánica, la arquitectura y la literatura.
El libro cuenta con una entrevista de Jimena Ferreiro donde la artista recuerda sus años de formación en la ciudad natal, así como su paso por el taller de Barracas, trabajos en residencias en Londres, Milán, Róterdam y Ohio, reflexiones acerca de las instalaciones en espacios públicos y su perspectiva acerca de su actividad como docente.
Como otros valiosos libros de artistas, que representan un acervo invaluable, éste fue editado gracias al Régimen de Promoción Cultural de Mecenazgo y al aporte de coleccionistas privados. Se presentará el 28 de marzo en el Museo Nacional de Bellas Artes, a las 19, en la Sala Antonio Berni, y participarán la artista, Lauria, Ferreiro y Manuela López Anaya, que tuvo a su cargo el diseño.
Ocasiones irrepetibles para visitar tres espacios culturales de la ciudad, conocer a los artistas del presente y, quizás, incorporar nuevos materiales a la biblioteca personal o institucional.


María Paula Zacharías. DOMINGO 08 DE ENERO.

Calendario 2017. Agenda completa para el arte

Estrellas internacionales, homenajes, retrospectivas y premios, para agendar,personajes. Yves Klein, Anish Kapoor, Diane Arbus, Luis Felipe Noé, Tomás Saraceno y Liliana Maresca, entre los muchos nombres destacados del año
Un puñado de estrellas internacionales, muestras colectivas que dan buenos panoramas, reivindicaciones a artistas locales con merecidas retrospectivas, tres fotógrafas legendarias y unas cuantas fechas para agendar. El año 2017 suena interesante en materia de arte.
Entre las muestras internacionales que prometen ser record de público está, en marzo, la primera exhibición retrospectiva de Yves Klein en Argentina y América Latina, que tendrá lugar en Fundación Proa. Coordinada conjuntamente con los Archivos Yves Klein de París y con la curaduría de Daniel Maquay, la muestra dará un gran panorama de toda su producción en más de 100 obras, que dan cuenta de su creatividad, su influencia en el arte de los años 60 con el nacimiento de la performance y la invención de su color, el azul Klein.
Anish Kapoor, escultor británico nacido en la India, será una de las visitas estelares, cuando llegue al país el 22 de abril para inaugurar una muestra pensada específicamente para el Parque de la Memoria titulada Invisible, curada por Marcello Dantas. En agosto, habrá ahí una muestra ontológica del Grupo de Arte Callejero.
Entre junio y septiembre, otra muestra esperada: Sublevaciones, del investigador, teórico y curador francés Georges Didi-Huberman, un proyecto en colaboración con el Jeu de Paume (París), el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC, Barcelona), el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC, México) y el Muntref, que alojará la exposición en la sede del Hotel de los Inmigrantes. Obras que reflejan levantamientos de todo tipo firmadas por artistas disímiles como Joseph Beuys, Goya, Helio Oiticica, Alberto Korda y los argentinos Hugo Aveta, Graciela Sacco, Eduardo Gil y Silvio Zuccheri.
Más localista, en el Museo Nacional de Bellas Artes el año comienza en febrero con la exposición dedicada a Xul Solar, realizada junto con la Fundación Pan Klub. Entre mayo y junio, otro plato fuerte: Lucio Fontana. En julio llegará una merecida exposición de Luis Felipe Noé y en octubre, sí, un nombre de la historia universal: Joan Miró.
En el Museo de Arte Moderno se verá en abril una de las muestras más esperadas: Tomás Saraceno, tucumano residente en Alemania, tendrá una exposición en el país, con su primer proyecto de gran escala inspirado en la morfología de las telas de araña. Otras muestras importantes serán las de Diego Bianchi, la pionera de la fotografía Gisele Freund y una retrospectiva de Liliana Maresca. El museo en 2017 estará en obra, pero abierto: sumará a lo largo del año nuevas de salas de exposición, un café, una tienda ampliada y la biblioteca.
En julio, Malba trae por primera vez al país un conjunto de 100 fotos de otra grande, Diane Arbus, una de las artistas más influyentes de la fotografía del siglo XX, en la muestra En el principio, curada por Jeff L. Rosenheim, curador en jefe de Fotografía del Metropolitan Museum of Art. La muestra hace foco en los primeros siete años en los que Arbus trabajó con su cámara en las calles de la ciudad de Nueva York (1956-1962). La mayor parte de las fotos pertenecen al Archivo Diane Arbus del Met y son inéditas. También habrá muestras de la peruana Ximena Garrido Lecca, Mirtha Dermisache y Gastón Pérsico. Una colectiva estará dedicada al México Moderno (1900-1950), un recorrido de 140 obras clave de artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, José Clemente Orozco y Leonora Carrington, entre otros, en colaboración con el Museo Nacional de Arte de México (Munal). En el marco de la exhibición, se hará la presentación oficial de Baile en Tehuantepec (1928) de Rivera, recientemente adquirido por Eduardo Costantini, que luego de participar en exposiciones en Estados Unidos y Europa llegará al país para quedarse.
La programación de la Fototeca Latinoamericana (FoLa) es también mayormente internacional. En marzo, se podrá ver la obra de la legendaria Vivian Maier, que fotografió las calles de Chicago durante cuatro décadas mientras trabajaba como niñera. Su obra se conoce desde 2007, cuando un historiador dio con sus negativos olvidados en una caja. En junio, llegará otro contingente mexicano, esta vez de fotografía contemporánea: Miguel Calderón, Alejandro Cartagena y Pablo López Luz.
El Macba propone -después de un repaso por su colección bajo la mirada de Rodrigo Alonso- conocer en agosto al alemán Jürgen Klauke, que comenzó su producción en los años 60 utilizando su cuerpo como tema principal de sus registros fotográficos. A partir de octubre, una gran retrospectiva recordará a Eduardo Mac Entyre, en las cuatro salas del museo, al cuidado de Cristina Rossi.
Cayetano Ferrer, el ganador del premio Faena 2015, presentará su exposición premiada en el Faena Art Center Buenos Aires en febrero, una instalación escultural de aluminio y gelatina con referencia a formas arquitectónicas simbólicas. En mayo, en coproducción con el Centro de Arte Contemporáneo de Ginebra, llegará la Biennale de Moving Images, con curadores estrella y 27 artistas internacionales con obras inéditas en video. Habrá premio, además, para un estudiante local. A propósito de premios, Muntref presentará en el Hotel de los Inmigrantes en marzo el Premio Braque, selección de arte argentino contemporáneo que va por la tercera edición de la segunda época. De los primeros años se verá en la sede de Caseros Premio Braque (trayectoria 1963-1998).
Espacio Fundación Telefónica, siempre interesada en el mundo de la tecnología, apuesta por los inventores. Hasta febrero se podrá ver Nikola Tesla. Inventor del siglo XXI, realizada en colaboración con el Museo Nikola Tesla de Belgrado, sobre este pionero de la robótica, la energía alternativa y la transmisión de electricidad inalámbrica. Y a partir de abril, Julio Verne. Los límites de la imaginación. Basada en sus novelas, contará con objetos, en muchos casos inéditos, ilustraciones, inventos e ingenios.
A comienzos de año, en Espacio de Arte Fundación OSDE Santiago Villanueva cura Contradicciones en lo real, una poética del extrañamiento a través de obras de Roberto Aizenberg, Nicanor Aráoz, Jaques Bedel, Emilio Bianchic, Mildred Burton, Vito Campanella, Laura Códega, Juan Del Prete, Jorge Diciervo y otros. En mayo llegará la muestra dedicada a la obra de José Alejandro Restrepo, con curaduría de Jorge La Ferla. En agosto, exhibirán libros, videos, obras sobre papel, fotografías, objetos, registros de fotoperformances, instalaciones y libros de artista de Matilde Marín, con el hilo conductor de las lecturas que la inspiran. Cerrarán el año con una muestra que rescata la figura del pintor Fray Guillermo Butler.
Las galerías también anuncian programaciones jugosas. Algunos ejemplos: Ruth Benzacar abrirá su año con una muestra de Daniel Joglar, y le seguirán Tomas Saraceno en agosto y Sebastián Gordín a fin de año. Barro anticipa nombres fuertes como Mondongo y Matías Duville. Nora Fisch tendrá en exposición a Sofía Bohtlingk, Fernanda Laguna, Juan Tessi, Osías Yanov y Elba Bairon. Del Infinito traerá de Rosario la gran retrospectiva de Fabiana Imola que se vio en 2016 en el Museo Castagnino. Exposiciones de Rogelio Polesello y Marcela Cabutti también están programadas. Vasari tendrá a Mónica Millán, Anatole Saderman, Mauro Koliva, Karina Peisajovich y Juan José Cambre. Henrique Faría promete un vistazo al arte conceptual uruguayo de los 70 en la muestra Montevideo (con obras de Jorge Caraballo y Haroldo González). Y una individual de Mauro Guzmán, uno de los artistas más interesantes de la escena contemporánea rosarina con proyección internacional.


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NICOLÁS ISASI . 21 de Abril de 2017.

Mundos de fantasía en Buenos Aires

HASTA EL LUNES, EN EL CENTRO CULTURAL RECOLETA SE PROPONE UN ENCUENTRO DISTINTO ENTRE EL ARTE, SUS CREADORES Y EL PÚBLICO – CENTRO CULTURAL RECOLETA

La nueva muestra del Centro Cultural Recoleta propone un encuentro distinto con el arte, sus creadores y el público. Con obras emplazadas a lo largo y a lo ancho de la sala Cronopios, atravesar esta muestra será como viajar por lugares de fantasía, tanto para grandes como para chicos.
“El museo de los mundos imaginarios” como se titula, es en sí un homenaje a “El libro de los seres imaginarios” de Jorge Luis Borges, en el cual presenta un sinnúmero de seres y criaturas maravillosas. Creada en 2014 para el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata (MAR), la muestra cuenta con la curaduría de Rodrigo Alonso, y presenta 70 obras entre pinturas, dibujos, ilustraciones, esculturas, cortos e instalaciones realizadas por Ananké Asseff, Dolores Avendaño, Amadeo Azar, Eduardo Basualdo, Javier Bilatz, Érica Bohm, Marcela Cabutti, Eugenia Calvo, Susan Consorte, Fermín Eguía, Raquel Forner, Alejandro Gabriel, Leónidas Gambartes, Sebastián Gordín, Gyula Kosice, Marcos López, Javier Mrad, Tadeo Muleiro, Tatiana Parcero, Duilio Pierri, San Poggio, Liliana Porter, Proyecto Biopus, RES, Silvia Rivas, Xul Solar, Paula Toto Blake, Carlos Trilnick y Anabel Vanoni.
Al comienzo se presenta el universo mágico de Xul Solar, con su atmósfera espiritual donde se mezcla lo ritual y lo esotérico. La disposición de rampas y escaleras, con aberturas y cortinas por todas partes, genera una especie de laberinto artístico (elemento borgeano por excelencia) diseñado por Daniel Fischer especialmente para esta ocasión. Entre las obras destacadas, se encuentra la instalación “¡Mira cuántos barcos navegan aún!” de Marcela Cabutti, que nos relata una metáfora de lo que queda. La esperanza de lo que está por venir, la mirada al cambio y al futuro. Como la bella Cio-Cio-San de la ópera Madama Butterfly, en la mitad del recorrido y elevado en el suelo, el protagonista de este mundo es un lobo que observa un gran barco de papel alejándose en las profundidades del agua imaginaria.

Con obras emplazadas a lo largo y a lo ancho de la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, atravesar esta muestra será como viajar por lugares de fantasía

Otra de las obras, “El silencio de las sirenas” de Eduardo Basualdo, presenta un lago de aguas turbias que suspende en las alturas, derramando litros de agua a través de un secuenciador. Por las características de la obra, el público tiene que atenerse a observarla desde los bordes porque el suelo se va hundiendo hacia el centro donde se concentra la mayor cantidad de líquido. Sin dudas un mágico lugar impensado en medio de la Plaza Francia. Así es que entre pantallas y ciudades copadas por la informática, pasamos por instalaciones y juguetes que mutan y se convierten en extraños seres: sirenas en medio de un lago, animales y personajes u objetos que se resignifican a medida que avanza el recorrido. La exposición se presenta hasta el 24 del corriente, dejando en claro la importancia de difundir y generar nuevos públicos que se acerquen al arte con obras de gran dimensión y alto impacto.
Para recordar: “El museo de los mundos imaginarios”, salas Cronopios, J y C, Centro Cultural Recoleta (Junín 1930). Hasta el 24 de abril. Martes a viernes de 13.30 a 22hs. Sábados, domingos y feriados de 11.30 a 22hs. Lunes cerrado. Entrada libre y gratuita.


Info Blanco Negro. 06/01/2017.

Preparan para mediados de mes una muestra del acervo patrimonial del Museo Municipal de Arte

A partir del martes 17 de enero, el público podrá apreciar en el MUMART –Museo Municipal de Arte- , una exposición de sus obras patrimoniales.

La muestra, que abarcará las tres salas del Museo ubicado en el Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha (avenida 7 y 49), se podrá visitar hasta marzo de martes a viernes de 10 a 20; y sábados y domingos de 14 a 22, con entrada libre y gratuita.
En la sala A se exhibirán en forma integrada las colecciones Nelson Blanco, Díaz Larroque (donadas a la institución durante 2013) y Numa Rossotti (donada entre los años 1958/60).
Mientras tanto, en la sala B, se presentarán las obras del acervo comprendidas entre las décadas de 1960 y 1990.
“Esta recorrida histórica y estética que hoy proponemos desde el MUMART, es una invitación a caminar, a través del lenguaje del arte, un territorio colectivo y participativo, conformado por un pasado y un presente con la pretensión de construir un hombre del futuro”, manifestó Cuca Aramburú, curadora de ambas muestras.
Por otro lado, “Signos de la contemporaneidad” es el nombre de la muestra que estará exhibida en la sala C, integrada por obras de carácter contemporáneo realizadas entre los años 1997 y 2016 por los siguientes artistas: Fabián Giménez, Andrés Compagnucci, Emanuel Reyes, Franklin Dougherty, García Bruni, Paula Massarutti, Raúl Mazzoni, Martín Nogueira, Dalmiro Rebolledo, Julio Ricciardi, Agustín Sirai, Martín Leandro Szelagowski, Mariela Vita, Pablo Morgante, Marcela Cabutti y Graciela Olio.
“El territorio de la intimidad se despliega en las profundidades y hay que salir a descubrirlo en alguna traza que por ejemplo deja el artista, a veces exprofeso como una política intimista a veces sin proponérselo surgida del delirio de la creación . En esta oportunidad se revela como paraísos perdidos, hilvanados gráficamente y que el espectador podrá deshilvanar de acuerdo con la profundidad a la que pueda transitar la muestra”, según Emanuel Reyes, curador de “Signos de la contemporaneidad” .


Daniel Gigena. 8 de enero de 2017.

El laberinto de los sueños. Una muestra para armar

En el Centro Cultural Recoleta, El museo de los mundos imaginarios reúne obras heterogéneas que invitan a las asociaciones mitológicas y oníricas,espacios.En el Centro Cultural Recoleta, El museo de los mundos imaginarios reúne obras heterogéneas que invitan a las asociaciones mitológicas y oníricas

El silencio de las sirenas, de Eduardo Basualdo. La obra, emplazada en un entrepiso, derrama veinte mil litros de agua, que aparecen y se drenan ante los ojos de los visitantes. Gentileza Centro Cultural Recoleta.
Apartir del martes próximo, el Centro Cultural Recoleta reabre sus puertas para que locales y visitantes puedan conocer la enorme muestra bautizada El museo de los mundos imaginarios en homenaje a uno de los libros de Jorge Luis Borges (escrito junto con Margarita Guerrero). Si bien el curador Rodrigo Alonso sustituyó las palabras “libro” y “seres” por “museo” y “mundos”, la exposición (que se inauguró el 14 de diciembre y se cerró al público diez días después por refacciones en el CCR) conserva el espíritu fabuloso de aquellos textos escritos a dúo.También el carácter incompleto. Hay, incluso, algunos seres, como El sireno del Río de la Plata de Marcos López o las criaturas de las pinturas de Fermín Eguía, que parecen salidos de ese libro de 1967. “Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero algo hay en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres”, escribieron Borges y Guerrero sobre una matriz creativa que atraviesa regiones y épocas.

De Mar del Plata a Plaza Francia

La muestra, que reúne trabajos de 29 artistas, no es una producción del CCR sino del Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata (MAR), que la presentó en 2014. El arquitecto Daniel Fischer fue el responsable de diseñar el montaje y estructurar el espacio de las salas. Para ello, creó un entrepiso para la impactante obra de Eduardo Basualdo, conectó la Sala Cronopios con las salas laterales J y C y estableció, con ayuda de una iluminación espectral, un recorrido que propicia las asociaciones mitológicas, oníricas y futuristas.
“Para la creación y adaptación de la exposición se hicieron reuniones previas con el equipo de trabajo y el CCR –cuenta Fischer-. Eso me permitió evaluar no sólo las condiciones del espacio, sino también hallar el modo de respetar el espíritu original del guión curatorial. Muchas ideas nacieron de observar los planos originales y encontrar y reconocer algunos detalles históricos ocultos de la sala: cómo había sido tiempo atrás y cómo estaba actualmente.”
El resultado facilita un recorrido aireado y fluido en un espacio abierto por el que los espectadores pueden deambular libremente. “Hay que atravesar muros, pasadizos, elevarse de una sala a otra con la intención de proponer marchas y velocidades diferenciales en su trayectoria”, dice Fischer. Ese espacio favorece la convivencia de obras heterogéneas y realza la calidad de algunas de ellas. A las acuarelas de ciudades imaginarias de Xul Solar y las ciudades hidroespaciales ideadas por Gyula Kosice las une un criterio similar; los astroseres de Raquel Forner se vinculan con las proliferantes esculturas de plantas carnívoras de Paula Toto Blake o los personajes del video de Alejandro Gabriel. Desniveles, escaleras, túneles, encrucijadas y rampas proveen dramatismo a la exposición y recrean arquitectónicamente otra figura, retórica y poética, entronizada por Borges: el laberinto.
En La psicología del arte , de 1947, el escritor francés André Malraux había anticipado una categoría visionaria. Denominó “museo imaginario” la colección de obras que, desprovistas de sus funciones originarias (sagradas, sociales, mágicas), permitía a los espectadores asociar y aventurar parentescos entre unas obras y otras. “En el museo imaginario, cuadros, frescos, miniaturas y vitrales parecen pertenecer al mismo dominio”, escribió Malraux. Para bien y para mal, algo así ocurre con El museo de los de los mundos imaginarios. Las jerarquías estéticas se diluyen, los tiempos históricos se suspenden y la experiencia transitoria de los visitantes prevalece sobre las funciones asignadas habitualmente a los museos. Esto en parte condice con el perfil que Jimena Soria, en su rol como directora del CCR, quiso darle a la institución en busca de nuevos públicos. No obstante, casi no hubo tiempo para un balance de esa administración porque, a comienzos de este año, la funcionaria dejó su cargo. Fue reemplazada por Federico Coulin, gestor público con formación en el campo de las ciencias políticas y relaciones internacionales (como Soria). Coulin fue coordinador legal y técnico del proyecto “Buenos Aires, capital mundial del libro” entre 2010 y 2012, de la Dirección General de Políticas de Juventud entre 2013 y 2015 y de la Bienal de Arte Joven Buenos Aires en sus ediciones 2013 y 2015. En 2016 tuvo esa misma función en el Centro Cultural 25 de Mayo.

Razones para visitar la muestra

Aunque varios artistas ya son figuras repetidas de cuanta muestra colectiva se organice en el país, la calidad de la mayoría de las obras seleccionadas es indiscutible. Algunas aluden a la magia, la astrología y el esoterismo, como las acuarelas de Xul Solar, las fotografías de Tatiana Parcero, el traje pintado de Tadeo Muleiro o los dibujos de Dolores Avendaño para la serie de Harry Potter. Otras reflexionan irónicamente sobre los espacios de exhibición y la preservación de los tesoros culturales, como hacen Silvia Rivas o Amadeo Azar, y algunas entrecruzan tecnologías modernas con leyendas, y fantasías, como Javier Bilatz con Ahora-8 o la sorprendente instalación interactiva del grupo Proyecto Biopus, llamada Osedax , de 2012.
Una obra sobresaliente es El silencio de las sirenas , de Eduardo Basualdo, situada en un entrepiso construido en la sala central y que, mediante un secuenciador, derrama veinte mil litros de agua. “La obra consiste en una plataforma de observación del agua -dice Basualdo-. Por un agujero ubicado en el medio de la sala, brotan miles de litros de agua negra que inundan la superficie y obligan al público a refugiarse en los bordes. El agua permanece unos minutos en el espacio y luego se retira por el agujero hasta desaparecer. Es una obra orgánica que va tomando distintas apariencias a lo largo de la exhibición.” El artista realizó especialmente esa obra, similar a un templo abandonado por el avance de la marea, para la Bienal de Lyon de 2011. “En ese momento exploraba la idea de discernimiento y venía trabajando con materiales como la luz y la electricidad alrededor de figuras mentales como la contradicción. Esta obra intentaba presentar otro enfoque: giraba en torno al modo de tomar decisiones sin usar la razón”, cuenta.
Otra obra destacada, que crea un mundo propio, es ¡Mira cuántos barcos navegan aún! , una instalación de Marcela Cabutti. En ella un lobo, de pie, observa un barco de papel que se aleja en un río cubierto de camalotes. La obra guarda una historia personal: “Es una obra muy querida, de febrero de 2008 –dice Cabutti-. Me encontraba trabajando para una muestra y decidí tomarme unos días de descanso con mi familia. Al regresar encontramos que había más de un metro de agua en la casa y en mi taller, una masa de agua oscura que teñía todo de barro. Veías flotar los recuerdos, los libros y las fotos”. Un relato de Yasunari Kawabata le dio la clave para la instalación que se exhibe ahora en el CCR. En Lo bello y lo triste , Kawabata refiere el desencuentro amoroso de una pareja que se cita para conversar durante un paseo en lancha, cuando una catástrofe cambia las circunstancias. “Para mí no ocurrió exactamente del mismo modo: las crisis, las desgracias, las pérdidas deben convertirse en una oportunidad –señala Cabutti-. Transitarlas es lo más difícil. ¡Mira cuántos barcos navegan aún! mantiene la ilusión de que a pesar de la calamidad algo queda, algo sigue flotando, algo sigue más allá de todo.” Los espectadores, desde un mirador de madera, pueden contemplar el acto de contemplación.
Ambas obras expanden el desarrollo de formas cambiantes que la imaginación, como apuntaban Borges y Guerrero, no deja de gestar.


Arte on line. Pilar Altilio.

Una lúdica propuesta que llega al Centro Cultural Recoleta

Una remake de la muestra presentada hace dos años en el Museo MAR, pero de dimensiones más acotadas, vuelve a poner a los espectadores frente a un gran trabajo de Rodrigo Alonso y Daniel Fisher, curador y diseñador del espacio, enlazando en un recorrido el potencial imaginativo de 29 artistas argentinos.
Algunas de las obras que pueden verse en las tres salas del CCR, en su reciente reapertura, ya habían estado instaladas en otras muestras, tanto individuales como el caso de Ananké Asseff en el desaparecido espacio de IPF en Puerto Madero, o la Bienal de Lyon de 2011 en el caso de Eduardo Basualdo, pero produce una gran fascinación volver a verlas. En 2014 cuando fue inaugurada en el Museo MAR de Mar del Plata hizo un récord de público, no sólo porque duró lo suficiente como para que nadie se la perdiera, sino porque algunas piezas permiten la participación inmersiva del espectador, transformándolo en usuario activo. Si bien esta versión tiene menos despliegue adaptado al nuevo emplazamiento, seguro provoca esos impactos que hacen que una muestra sea muy recordada.
El planteo de asociar uno de los libros de Borges escrito en colaboración con Margarita Guerrero, para dar cuenta de un conjunto de seres imaginarios que pueden rastrearse en muchos textos, sirve muy bien para actualizar este recorrido que se construye con la imaginación, la potencia de algunos rituales ancestrales, la representación del recuerdo, la simulación de una situación imposible o simplemente el encuentro de algunos animales mitológicos o siniestros. Las salas C, J y Cronopios del Centro Cultural Recoleta, muy bien conectadas por el recorrido que planteó con eficacia Fisher, potencian la idea de pasar un rato con el espíritu lúdico activado por la calidad de las obras.
Claro que hay algunas instalaciones que sobresalen, pero las piezas pequeñas nos proveen ese paso de lo majestuoso a lo que se recorre con la vista sin moverse un paso. El silencio de las sirenas de Eduardo Basualdo es un clásico para grandes y chicos. Utiliza un sistema que permanece oculto para hacer brotar miles de litros de agua oscura que pueden observarse de muy cerca generando muchas sensaciones. Lo mismo la instalación de Marcela Cabutti¡ Mira cuántos barcos navegan aún!, totalmente onírica, donde un lobo desde una plataforma observa un estanque, funciona como una ilustración de cuento infantil en 3D. Con el mismo misterio de una escena imaginada, el enorme felino que enfrenta a un joven frágil sin disposición a luchar de Ananké Asseff nos hace tomar partido por alguno de los dos.
Pero si de mundos imaginarios hablamos este recorrido no puede dejar fuera a Xul Solar, el artista que supo proponer ir más allá con la escritura musical, con los juegos, con las palabras y con representaciones ideales de hábitats posibles. Tampoco faltan los astroseres de Raquel Forner ni las ciudades hidroespaciales de Gyula Kosice. Esa posibilidad de abrir las puertas a un tiempo que está por venir, activa sin duda la capacidad de generar ensueños, ideas y nos vuelve más atentos.
Las acuarelas de Amadeo Azar, tan delicadas tanto por el color como por las formas evocadas de su memoria marplatense, nos colocan en el plano de lo que puede hacerse con la representación del recuerdo si pasa por el tamiz del arte. Jugar con esas pequeñas piezas seriadas como lo hace Liliana Porter, tamiza con mucho humor parte de los juegos infantiles ya no cargados de inocencia sino casi de roce con lo perverso y hasta nos convencen que están animadas.
El tamaño gigantesco del fondo del mar en la instalación Osela x del colectivo Proyecto Biopius que transforma la materia en luminosidad y se activa con los movimientos, nos lleva a otros mundos. La fuerza de un sireno, bello y trastocado del relato clásico que siempre fuera encarnado por una mujer, en la pieza de Marcos López. Los personajes extraños que imaginó Fermín Eguía en el papel o los tentáculos siniestros de Paula Toto Blake, en dos o tres dimensiones, funcionan como atractivos señuelos que conducen al fisgoneo entre lo que nos repele y lo que nos atrae.
La bellísima instalación de Silvia Rivas con su representación de un momento playero que todos queremos revivir, la evocación a los seres y rituales de las culturas precolombinas de Anabel Vanoni o Leónidas Gambartes.
En fin, nada nos deja en este recorrido pleno de novedades, fuera del disfrute o de las emociones que nos produce el arte cuando está bien exhibido y seleccionado. Imperdible y recomendable  para ir más de una vez.


Zonales. 9/9/2017.

San Isidro inauguró una nueva escultura en Boulogne 

Ubicada en Camino Real Morón y Panamericana, “Colibrí” representa la naturaleza y lo autóctono. El intendente Gustavo Posse compartió la presentación de la obra con cientos de vecinos.

Con el objetivo de celebrar las identidades locales y embellecer la vía pública, el Municipio de San Isidro continúa llevando a cabo el Programa de Emplazamiento de Esculturas en Espacios Públicos del distrito. 
Un centenar de vecinos asistieron esta mañana a la inauguración del “Colibrí”, la nueva obra realizada por la artista Marcela Cabutti que celebra la naturaleza, lo autóctono y la resurrección (en palabras de su creadora), ubicada en la rotonda de Camino Real Morón y Panamericana, Boulogne. 
El intendente Gustavo Posse presidió la presentación de la escultura de acero pintado, que tiene una altura de más de seis metros por tres de diámetro y un peso de más de dos toneladas. 
“Buscamos que los vecinos tengan algo que fortalezca su sentido de pertenencia. Luego de tanto romper las calles y veredas para llevar a cabo las obras que son prioritarias pero no se ven, como los desagües pluviales, reservorios y redes de agua potable, llega el momento de embellecer el distrito para que se vuelva un espacio de disfrute”, expresó Posse.
A su lado, la subsecretaria general de Cultura, Eleonora Jaureguiberry, agregó: “Todas las esculturas fueron emplazadas en lugares estratégicos, emblemáticos, de mucho tránsito y gran referencia topográfica. Obras que nos ayudarán a pensarnos, celebrarnos y completar el relato que la ciudad tiene de sí misma”.
La obra formó parte de un plan más amplio: el Corredor Cultural de Arte Resiliente y Convivencia Barrio San Isidro, en el barrio homónimo, donde el Municipio, junto a la Fundación Pinta Argentina, realizó 24 intervenciones en distintos paredones con la ayuda de artistas urbanos de ese y otros barrios. 
“Trabajamos en contacto con la comunidad del Barrio San Isidro, porque nos parece interesante que el vecino se apropie de la escultura. Representa a un picaflor que succiona una flor de espinillo y parece levantar vuelo desde el cementerio hacia el barrio, como una metáfora de los seres queridos que vienen a decirnos que están bien”, contó Cabutti.
Esta escultura se suma así a las otras que integran el programa: Bajo la luna, de Vivianne Duchini, en la Avenida Márquez y Fleming, una yegua junto a su potrillo, en bronce, que representa la fuerza de la industria hípica y de la maternidad, Sobre rieles, de Raúl Gómez, en Villa Adelina, realizada en acero inoxidable, que simboliza los inicios de esta ciudad, y Cincel, de Jorge Gamarra, en bronce y granito, en Pacheco y la costa, Martínez, que celebra la fuerza del trabajo.
Además, se inaugurará próximamente en la rotonda de Avenida Unidad Nacional y Avenida Fleming, Martínez, “Tiempo libre” una obra que hará referencia al encuentro y la vida al aire libre.


Zonales. 9/9/2017.

San Isidro inauguró una nueva escultura en Boulogne 

Ubicada en Camino Real Morón y Panamericana, “Colibrí” representa la naturaleza y lo autóctono. El intendente Gustavo Posse compartió la presentación de la obra con cientos de vecinos.
Con el objetivo de celebrar las identidades locales y embellecer la vía pública, el Municipio de San Isidro continúa llevando a cabo el Programa de Emplazamiento de Esculturas en Espacios Públicos del distrito. 
Un centenar de vecinos asistieron esta mañana a la inauguración del “Colibrí”, la nueva obra realizada por la artista Marcela Cabutti que celebra la naturaleza, lo autóctono y la resurrección (en palabras de su creadora), ubicada en la rotonda de Camino Real Morón y Panamericana, Boulogne. 
El intendente Gustavo Posse presidió la presentación de la escultura de acero pintado, que tiene una altura de más de seis metros por tres de diámetro y un peso de más de dos toneladas. 
“Buscamos que los vecinos tengan algo que fortalezca su sentido de pertenencia. Luego de tanto romper las calles y veredas para llevar a cabo las obras que son prioritarias pero no se ven, como los desagües pluviales, reservorios y redes de agua potable, llega el momento de embellecer el distrito para que se vuelva un espacio de disfrute”, expresó Posse.
A su lado, la subsecretaria general de Cultura, Eleonora Jaureguiberry, agregó: “Todas las esculturas fueron emplazadas en lugares estratégicos, emblemáticos, de mucho tránsito y gran referencia topográfica. Obras que nos ayudarán a pensarnos, celebrarnos y completar el relato que la ciudad tiene de sí misma”.
La obra formó parte de un plan más amplio: el Corredor Cultural de Arte Resiliente y Convivencia Barrio San Isidro, en el barrio homónimo, donde el Municipio, junto a la Fundación Pinta Argentina, realizó 24 intervenciones en distintos paredones con la ayuda de artistas urbanos de ese y otros barrios. 
“Trabajamos en contacto con la comunidad del Barrio San Isidro, porque nos parece interesante que el vecino se apropie de la escultura. Representa a un picaflor que succiona una flor de espinillo y parece levantar vuelo desde el cementerio hacia el barrio, como una metáfora de los seres queridos que vienen a decirnos que están bien”, contó Cabutti.
Esta escultura se suma así a las otras que integran el programa: Bajo la luna, de Vivianne Duchini, en la Avenida Márquez y Fleming, una yegua junto a su potrillo, en bronce, que representa la fuerza de la industria hípica y de la maternidad, Sobre rieles, de Raúl Gómez, en Villa Adelina, realizada en acero inoxidable, que simboliza los inicios de esta ciudad, y Cincel, de Jorge Gamarra, en bronce y granito, en Pacheco y la costa, Martínez, que celebra la fuerza del trabajo.
Además, se inaugurará próximamente en la rotonda de Avenida Unidad Nacional y Avenida Fleming, Martínez, “Tiempo libre” una obra que hará referencia al encuentro y la vida al aire libre.


Radar. Eugenia Viña.

El país de las maravillas

Más de treinta artistas, contemporáneos y clásicos, se reúnen en esta muestra curada por Rodrigo Alonso en el Centro Cultural Recoleta: El museo de los mundos imaginarios, desde el título, homenajea a Borges. En distintos lenguajes, técnicas y formatos, las obras abordan la fábula y la invención como instrumentos creativos cercanos a la ilusión y el enigma. Marcela Cabutti, Xul Solar, Gyula Kósice, Liliana Porter, Res, Raquel Forner, Fermín Eguía, Marcos López y Sebastián Gordín son apenas algunos de los nombres que conforman este gabinete que también tiene en cuenta las culturas originarias –por ejemplo con trabajos de Leónidas Gambartes— entre otras cosmogonías míticas e imaginarias.

Aparecen en los sueños, habitan en espacios impenetrables, se esconden detrás de los espejos. Son mutaciones de formas que ya conocemos, animales en versiones antropomorfas, astroseres, fantasmas, hombres-cactus, mamíferos superpoderosos y geografías tan inhabitables como soñadas. 
En un relato circular, haciendo honor al homenajeado en esta ocasión, Jorge Luis Borges, la curaduría de Rodrigo Alonso para la muestra El museo de los mundos imaginarios (que desde el título cita a El libro de los seres imaginarios de 1957) permite hacernos olvidar de la realidad por un momento largo para sumergirnos en un cuento de magia y guiños, una invitación para caminar como Alicia a través del espejo.
“En aquel tiempo, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban, como ahora, incomunicados… Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz; se entraba y salía por los espejos. Una noche, la gente del espejo invadió la tierra” cuenta Borges en uno de los relatos más perturbadores de El libro de los seres imaginarios. Los invasores fueron encarcelados en los espejos y condenados a repetir los actos de los hombres. Como en un sueño. Culpa del Emperador Amarillo, que “…los privó de su fuerza y de su figura y los redujo a simples reflejos serviles. Un día, sin embargo, sacudirán ese letargo mágico”.
Esa es la invitación de la muestra, reedición de la presentada en el MAR (Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata) en 2014, que abre y cierra como la serpiente Uroboros, formando un círculo mientras se come su propia cola, con la animación 3D de Alejandro Gabriel, en el que Pilki Pilki –un ser de una ternura sin medida, unicornio incompleto o caracol del futuro– recorre una cinta de Moebius, sin prisa pero sin pausa. A medida que camina va germinando su propio paisaje y sus propios obstáculos, tan inofensivos como él mismo, de los que se salva jugando. Un universo sin violencia y sin tristeza. Puro juego, puro andar. Lo sigue Xul Solar con sus acuarelas. El ser-pez Marina, bien podría ser el antepasado de Pilki Pilki, haciendo de casi cien años un suspiro.
Entre la sutileza de los pequeños seres de agua, se instala la intensidad terrenal de Raquel Forner, la Gestación del hombre nuevo, óleo de nacimientos múltiples interconectados, repletos de materia y densidad, entrando en diálogo con la sutileza aérea de las ilustraciones del aprendiz de mago Harry Potter de Dolores Avendaño, responsable de los dibujos de la edición en español de la saga de J.K. Rowling. Cerca, compartiendo la paleta y la fuerza de la Forner, Diulio Pierri con sus marcianos malditos  representando al enemigo con Maloneando a los indios. Culpa del Emperador Amarillo, que nos privó de la magia  permitiendo que los que repiten gobiernen por sobre los que crean.
Como el Payé de amor de Leónidas Gambartes y su pájaro fósil, vivos y a la vez congelados en el tiempo. Los miran las enormes fotos de Tatiana Parecero, de la serie Re-Invento, donde una mujer es la plataforma que sirve de reflejo de los mapas astrales y zodiacales, acompañados por el ser alado de Tadeo Muleiro, chamánico y futurista,  que sobrevuela la sala, pintura sobre traje realizada en tela, la misma que usan en el video allí presente llamado Los hermanos.
Los contrapuntos no molestan sino todo lo contrario, se potencian, permitiendo que más de treinta artistas, clásicos y contemporáneos, de distintos lenguajes, técnicas y formatos, convivan en el mismo tiempo y lugar. Las pinturas saturadas, laberínticas, opresivas y dantescas de San Poggio conviven con el vacío y la soledad del monje de Sebastián Gordin, por ejemplo.
Las salas del museo devienen casas del espejo, con flores vivas, insectos de tela, animales con sentido del humor y humanos que se hacen plantas. La fábula y la invención proponen arquitecturas tan enigmáticas como históricas: la presencia del norte argentino con Gambartes, de la literatura gauchesca con el malón surrealista de Pierri que conviven en paz con la dimensión onírica de Marcela Cabutti, en su maravillosa instalación donde un lobo en situación humana mira desde su muelle de madera un barco de papel rodeado por camalotes mientras dice “¡Mira cuántos barcos navegan aún!”, en un acto de ilusión que es manifiesto de esperanza. Lo rodean híbridos, personajes de Marcos López y Susan Consorte, sirenas mitad hembra mitad macho que hacen de guardianes de la instalación acuática, móvil y fija, seca y húmeda, de Eduardo Basualdo. El agua sube. El agua baja. El tiempo se mantiene circular en todos sus elementos y la obra nos permite participar directamente en esa experiencia.
Trepan por las paredes y por el techo las Carnívoras, obra de Paula Toto Blake, que con la fuerza de su ambigüedad (epoxi, esmalte y terciopelo) rebota en nuestro propio cuerpo. El goce de lo amenazante, la belleza del peligro.
Registro de mutación de hombre, la suculenta y espinosa Yo Cacto, cuatro fotos blanco y negro en los que el fotógrafo Res transforma su cuerpo y su cabeza perfecta en sostén de espinas y tela vegetal. Testigo de esa mutación son el pajarito y la coqueta señorita de porcelana de Liliana Porter que chorrean sin derretirse la misma materia fría y artificial de la que están hechos. “No hay una sóla forma en el universo que no pueda contaminarse de horror”, escribía Borges en el Libro de los sueños. También la sorpresa y el misterio se contaminan.
Luces y brillos, la tecnología y la ingeniería se suman con su magia y su potencia:  Gyula Kosice con su Gota de agua móvil con círculos, y sus peceras mágicas en las que el color del agua simula joyas, custodiando el monumental y lúdico Osedax, esqueleto de un animal de aproximadamente 12 metros de Proyecto Biopus, instalación interactiva que pone de manifiesto el constante fluir de materia y energía entre los seres que conforman un ecosistema de criaturas virtuales y música; en este ecostistema se intercambia información que a su vez es mediada por la intervención del público. La gigante osamenta está habitada por pequeños seres virtuales, amebas o células, proyectados mediante mapping. 
Erica Bohm se suma en este viaje de ensueños, arcaico y futurista, para hacernos extraña nuestra propia tierra con Planet Stories, veintiocho fotografías instax Fujifilm que conforman una física que es pura geología, piedras y suelos de un planeta que, resulta sorprendente, es el mismo que habitamos y sin embargo parece completamente otro.
Como Borges creía, el misterio de la razón y la belleza de las ideas se manifiesta de formas enigmáticas. La aparente simetría y continuidad invertida que nos proponen los espejos no es más real ni más verídica que aquello que nos oculta. Por suerte, la victoria del Emperador Amarillo no fue del todo exitosa.


Las 12. Cristina Civale. 12 de mayo.

La usina del arte

“Creadores”, la primera serie web documental sobre artistas contemporáneos.

Susana Parejas es la primera directora en producir y crear una serie web documental sobre artistas argentinxs contemporánexs. “Creadores” se puede ver gratis en Youtube y la primera temporada está compuesta por 10 episodios que documentan el trabajo creativo de Laura Noetinger (sombrerera), Andrés Paredes (artista visual), Marcela Cabutti (escultora), Nushi Muntaabski (artista visual), Desireé De Ridder (ceramista), Pablo Delfini (artista visual, grabador), Chiachio&Giannone (monobordado), Isol (ilustradora), Sofía Willemöes (diseño de interiores) y Constanza Martínez (serigrafía en telas). Surgió de una apuesta sobre la que no tenía muchas esperanzas. “Un día estaba entrevistando a la productora Lita Stantic -cuenta Parejas a Las 12- y cuando terminó la charla me sinceré y le dije que me gustaría dirigir, fue casi como tirar un sueño al universo” dice. Es cierto que el porcentaje de mujeres directoras es bajo. Si bien lo de ella tiene que ver más con el audiovisual y su difusión por Internet. “Muchos me dicen que ‘se nota’ que la serie está dirigida por una mujer. ¿Será la famosa ‘mirada femenina’? No lo sé, yo no me lo propongo. Pero soy mujer y tengo una mirada que es la mía. ¿Se habla de una mirada masculina en el cine? Creo no haberlo escuchado”- explica Parejas sin miedo a no encajar en el canon feminista.En s
u serie “Creadores”, sin embargo, subyacen las historias de siete artistas mujeres sobre un total de diez en total. ¿A qué se debe? “¿Acto fallido? -se ataja la directora. Tal vez. Si buscás algo que las una – porque todas tienen personalidades y obras diferentes-, es su fuerza, son guerreras en lo que hacen, y lo demuestran con cada obra que crean. Todas ellas enfrentaron muchos inconvenientes y siguieron. Son realmente inspiradoras y es bueno que se conozca su arte y un poquito de su vida. Estoy feliz de que estén estas siete mujeres en esta especie de bautismo en la pantalla”.
También hubo una premisa que respetó en la elección de todxs y fue la pasión con que hacían su trabajo y con la que enfrentaban la lucha diaria, “porque todxs ellxs también están en la autogestión y sé cuánto les cuesta colgar una obra en una muestra o galería”-. Y expresa para rematar: “Quería desmitificar la creación, sacarle el calificativo de divina. La mayoría de la gente conoce a los artistas a través de sus obras y está muy bien, las ven en los museos, en las muestras, en fotos. Yo quería ir para atrás, como un flashback. Si fueran próceres, diría ‘bajarlos del pedestal’. Todos son tremendos laburantes”. 
Tardó un año en terminar la serie y si bien al principio pensó en grabarlos sólo en sus talleres luego se dio cuenta de que era importante también mostrar su trabajo. “Además cada artista tiene su timing -explica- y se los respeté totalmente. La idea de grabarlos es que sea un disfrute para ambos porque eso se ve luego en la pantalla”.

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La idea de la serie se basó en que fuera accesible y en que se viera de forma gratuita. “Pero necesitábamos cubrir los costos de grabación, edición, y muchos etcéteras. Todo lo que implica hacer un producto de este tipo. Por eso presentamos en 2015 nuestro proyecto en el Régimen de Promoción Cultural Mecenazgo del Gobierno de la Ciudad. Fue declarado de interés cultural por el Ministerio de Cultura y obtuvimos los fondos para realizarlo. Fue una alegría enorme porque ya podíamos solventarlo”. 
La segunda temporada está in progress y también fue declarada de interés cultural. Parejas ya va pensando en la tercera entrega. “De todos modos, estoy buscando aportes privados para poder soñar más lejos’. Sería bueno poder hacer creadores de todo el país y ésa es una logística que requiere otros costos”- concluye mientras sueña con serie infinita siempre realizada con el apoyo de la ley de mecenazgo donde “Creadores” fue uno de los pocos beneficiarios de este premio arbitrario. 


Por Adriana Lauria. 16 de mayo.

A PROPÓSITO DEL LIBRO AIRE ALREDEDOR DE LOS OBJETOS, DE MARCELA CABUTTI

El libro da cuenta de un cuerpo de obra que floreció a lo largo de cinco lustros, entre la escultura y sus complejas manifestaciones contemporáneas como objetos e instalaciones. A estos recursos sumó el dibujo, la fotografía y el video.

De niña Marcela Cabutti modelaba con plastilina y ponía bajo el microscopio todo aquello que suscitaba su curiosidad, sobre todo insectos y plantas. Fueron los inicios de una vocación creativa que floreció a lo largo de casi cinco lustros, entre la escultura y sus complejas manifestaciones contemporáneas como objetos e instalaciones. Estos recursos, a los que sumó el dibujo, la fotografía y el video, le sirvieron para indagar y poner en escena ciertos temas: la naturaleza compartida, mayormente simbiótica entre humanos, animales y vegetales; los paisajes que, desplazados por la creciente expansión de las ciudades, necesitan cada vez más ser restituidos al hábitat urbano por las expresiones artísticas, y un interés, siempre renovado, por explayarse en el espacio, camino que alcanzó su apogeo con la recreación de formas arquitectónicas.
Entre 1992 y 1994, con infatigable espíritu inquisitivo, emprendió una investigación técnica, artística e histórico-cultural para la tesis que culminaría sus estudios de escultura en la Universidad Nacional de La Plata. Contra las tendencias dominantes en los talleres académicos, exploró la construcción de objetos inflables, realizados en PVC. Se le imponía la liviandad como alternativa a los procedimientos escultóricos tradicionales. Mediante esta búsqueda recuperó el concepto de juego y nutrió un imaginario original con motivos y realizaciones insólitos.
Diseñando, cortando y termosellando moldes, consiguió una variedad de figuras, que el aire o el agua coloreada terminaban de conformar, en ocasiones policromándolas con tintas de serigrafía aplicadas con pincel o aerógrafo. Estas piezas inflables –cuyos antecedentes encontró en las obras del alemán Otto Piene, de los pop norteamericanos Oldenburg y Warhol y en el Fluvio subtunal de la argentina Lea Lublin– tenían como tema una trasposición de aquellas visiones infantiles de los bichos inquiridos bajo el microscopio. Con estos Insectos de la vida cotidiana realizó en 1993 las primeras muestras con repercusión en su ciudad natal y en Buenos Aires. A estas efigies sumó figuras de otros animales, personajes antropomorfos y la instalación Templo con la que obtuvo el premio de escultura de la Bienal de Arte Joven. Esta obra, la primera con la que evocó la construcción edilicia, estaba constituida por treinta y dos columnas transparentes, una suerte de rememoración pop del bosque sagrado –fundamento de la tipología templaria–. Fue realizada bajo la impresión que le causaron los sitios rituales de Chichén Itzá –en especial el Templo de los Guerreros y las mil columnas– durante sus viajes a México.
Pero fue la galería de bichos la que volvió distintivo su trabajo. Libélulas, moscas, cucarachas, mariposas o escarabajos se fusionaron con lo humano. Las denominaciones impuestas por la artista a estos inflables –“niki” y “tonto”, “mosquito chupasangre”, “insecto rapiña”, “brujo” o “Gregorio”– fueron referidas por Fabián Lebenglik como cruces entre animalización y humanización, relacionando estas obras con el pensamiento desestructurado estudiado por Deleuze y Guattari a propósito de la transformación de Gregorio Samsa, protagonista de La metamorfosis de Kafka, con su devenir imprevisible y su aspecto monstruoso, como modelo de esta perspectiva alterna.
Pronto Cabutti expandió el efecto de sus trabajos. A Chicharra, realizada en base al estudio de ejemplares disecados, le agregó un motor que simulaba su respiración y el sonido pertinaz de su canto y la situó sobre una mesa de disección. Fue el momento en que participó en las clases de Luis Benedit en el Taller de Barracas, sede de la Beca Antorchas. Benedit confirmó la validez de sus motivos y la impulsó a asociar su iconografía con mecanismos que completaran las cualidades científicas de los sujetos, para proyectarlos en el espacio de exhibición, involucrando en mayor medida al espectador. Para Cigarra creó una ambientación sonora y añadió un tronco que evocaba su hábitat. El paisaje se asomaba en Lombrices, donde los anélidos emergían y se ocultaban en su terrón. Impulsados por un ingenioso y sencillo dispositivo –aquellos que hacen girar a los pollos en los hornos al espiedo–, presentaban un temblor vital logrado por el mecanismo y la respuesta al movimiento del mórbido látex con que estaban confeccionados.
Estimulada por estas ideas realizó, entre 1997 y 1998, la maestría en Design e Bionica del Centro di Ricerche dell’Istituto Europeo di Design de Milán. Producto de estos estudios elaboró, sin abandonar sus bichos, artefactos de sofisticado diseño, trabajados con metales, madera, vidrio y luz eléctrica. De esta serie, que denominó Frágiles seres invaden la casa –seleccionados en el concurso internacional Luci e Ombre de la Expo 2000 de Torino– se destacó Luciérnaga, su primera pieza en cristal soplado ejecutada en Murano bajo la guía del artesano Pino Signoretto. El insecto resplandecía como una gema: el cristal translúcido se veía realzado por la luz proveniente de la base piramidal sobre la que se apoyaba, atravesaba el cuerpo y lo hacía irradiar desde su interior, consustanciando la pieza con su modelo natural. En las obras de este ciclo había un cierto realismo representativo; los rasgos caricaturizados que humanizaban a sus animales inflables ya no estaban presentes. En ellas predominó una síntesis que los enlazaba con el diseño industrial.
Este realismo, que pronto sufriría modificaciones, se volvió estadístico cuando exploró los insectos mediante la fotografía, como en el conjunto 150229, muertos, acercamientos a una locomotora sobre la que se habían estampado cientos de bichos, atrapados por la velocidad de la marcha. En esta línea, además, registró mariposas muertas, atraídas por la luz eléctrica.
Con esta técnica ya había realizado la serie Paisajes, donde utilizó recursos experimentales como copias viradas al azul de negativos blanco y negro, tomas superpuestas y efectos de luces manipulando linternas sobre ilustraciones. Así aparecieron bosques, montañas, reverberaciones acuáticas o cielos atravesados por brochazos de luz, fragmentos de arquitectura, insectos de juguete dejando su estela de movimiento o alambres de púa, motivos –algunos claramente artificiales– que se infieren como visiones entre oníricas y nostálgicas.
En cada ciudad europea donde la llevaron estudios y residencias, Cabutti estrechó lazos con los museos de ciencias naturales, para obtener de sus acervos la documentación necesaria para sus trabajos. Quizás esta costumbre tuviera que ver con el vínculo que la mayoría de los platenses tiene con su propio museo, paradigmática institución argentina. Para la serie de los murciélagos investigó en el de Milán, donde tuvo acceso a una colección de grabados que recogían la fisonomía de mil quinientas variedades. Eligió treinta para realizar pequeños retratos, a manera de bustos, en masilla epoxi y resina poliéster. Sus bases contenían gráficas de los ultrasonidos que estos mamíferos emplean para orientar su vuelo nocturno y detectar a sus presas. Cada cabeza tenía su particularidad en tanto especie, pero la artista deslizó rasgos inspirados en los retratos de políticos de Daumier así como de personas de su entorno. De ahí su aspecto caricaturesco. Por su parte Murciélago azul, presentaba un espécimen de cuerpo entero mientras que una animación esquematizaba el modo de volar de estos mamíferos, digitalizándolo con puntos luminosos unidos por líneas azules. Los puntos que marcaban las articulaciones de estos animales en distintas etapas del vuelo dieron origen a Cielitos, cinco cajas que eran soporte de imágenes fijas del video en las que las líneas habían sido borradas. Impresas sobre papel negro presentaban conglomerados de destellos luminosos en los que apenas podían reconocerse las siluetas de los murciélagos en sus periplos aéreos, sugiriendo visiones nocturnas de ciudades o cielos estrellados.Finalmente, un grupo de estos animales envueltos en sus alas y colgados cabeza abajo –típica posición de reposo–, realizados en fundición de aluminio, completó la exhibición que, bajo el título Bat, Cabutti presentó en Milán en el 2000.

* La autora es curadora, investigadora y docente. Fragmento inicial del texto incluido en el libro Aire alrededor de los objetos, de Marcela Cabutti, que acaba de publicarse y será presentado el sábado 27 de mayo en el stand de la galería Del Infinito.


Se inauguró hoy en Boulogne la escultura Colibrí, de Marcela CABUTTI …

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 CULTURASI

29 sept. 2017 – La rotonda de Camino Real y Panamericana, en Boulogne, ya no es la mismaHoy por la mañana, la Municipalidad de San Isidro inauguró allíColibrí, de Marcela Cabutti, la cuarta obra del Programa de Emplazamiento … de San Isidro, de la Subsecretaría General de Cultura de la comuna, que apunta a …


Portal de San Isidro. 29 de septiembre.

Se inauguró hoy en Boulogne la escultura Colibrí, de Marcela Cabutti, dentro de un plan comunal que embellece y renueva el significado de sus localidades

La rotonda de Camino Real y Panamericana, en Boulogne, ya no es la misma. Hoy por la mañana, la Municipalidad de San Isidro inauguró allí, Colibrí, de Marcela Cabutti, la cuarta obra del  Programa de Emplazamiento de Esculturas en Espacios Públicos de San Isidro, de la Subsecretaría General de Cultura de la comuna, que apunta a celebrar las identidades locales y embellecer los principales accesos de las distintas localidades del distrito.
En acero pintado y de 6 x 4 x 2,50 metros, la obra (un colibrí succionando la flor de un espinillo, una especie vinculada con la historia de San Isidro) se destaca en la entrada del populoso Barrio San Isidro, que colaboró en su concreción a partir de talleres con los alumnos de las escuelas de esa comunidad y la participación vecinal.
“Esta escultura profundiza el sentido de pertenencia del Barrio San Isidro, Boulogne, el Bajo Boulogne, Santa Ana, El Jardín y La Horqueta, y es la parte final de un largo proceso que contempló las obras urbanísticas más trascendentales, las subterráneas, como los aliviadores, las redes de los servicios esenciales. Luego sí, llegó lo que está en superficie, el asfalto, los parques, los Campos de Deportes. Colibrí -aseguró el intendente Gustavo Posse- es disfrute y fruto de toda esa obra, la que más costaba y postergaba”.
Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro, expresó que las obras de este plan son comisionadas por el gobierno municipal con un tema determinado. “Son pocos los artistas en el país capaces de resolver el problema de la escala, trabajar con materiales que soporten con hidalguía el paso del tiempo y que, a su vez, de un modo sensible, eficaz y técnicamente impecable reflejen en sus obras, quiénes somos, cómo nos vemos, quiénes queremos ser y cómo nos proyectamos hacia el futuro”, expresó la funcionaria.
Con la presencia de vecinos, alumnos, docentes y directivos de las escuelas del barrio, durante el acto se proyectó un video que reflejó no sólo la compleja tarea de emplazamiento de la obra, con la ayuda de las áreas comunales de Espacio Público y Obras Públicas, sino también la reciente realización del Corredor Cultural de Arte Resiliente y Convivencia Barrio San Isidro, donde la Fundación Pinta Argentina, convocada por la comuna, hizo 24 intervenciones en distintos paredones con la ayuda de artistas urbanos de ése y otros barrios.
Aplausos de los chicos cada vez que en la pantalla aparecía uno de sus docentes, agradecimientos de vecinos y conceptos como “iluminar el barrio con arte” fueron surgiendo en el video. “Los chicos participaron con entusiasmo en los talleres, dibujaron colibríes y quedaron maravillados con la escultora y los docentes”, dijo Liliana Tacchetti, directora de la Escuela N° 24.
Cabutti, cuyos temas escultóricos suelen incluir naturaleza y formas orgánicas, habló de símbolo de esperanza y vida, al referirse a la obra, y agradeció haber  podido pensarla con lugar específico y con los chicos del barrio. “Ellos la van a cuidar y disfrutar. La cercanía con el cementerio –agregó- reforzó la idea del colibrí, que en muchas culturas representa las almas de los seres queridos que ya no están y vienen a saludarnos y decirnos que están bien”.
Como parte de estos trabajos conjuntos, el área municipal de Ecología plantó en el interior del barrio unos 70 ejemplares de 20 especies para atraer coloridas mariposas, y salvias guaraníticas en torno de la escultura para que muy pronto muchos más colibríes iluminen la rotonda.