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Formas del amor

Por Marina Oybin

Hay caminos de espinas, arduos, de esos que muchas veces hay que atravesar. Otros, como los que nos abre Marcela Cabutti en Explosiones flotantes, en el Museo del Ladrillo, están hechos de cristales suaves: esferas como mundos pequeños y mágicos, y formas orgánicas zigzagueantes y suspendidas que parecen flotar. 
Son piezas de cristal que acaso fueron senderos de espinas y que la artista transformó: están hechas con materiales reciclados, pasaron por otras manos, integraron biografías desconocidas. Hay mucho de utopía en esas formas suaves que se atraen mutuamente.  
“Se puede imaginar el sonido del aire al crearlas, como una especie de danza de materiales, casi la misma gestualidad de mis manos con el pincel y la pluma para dibujar”, dice sobre sus obras la artista, que comenzó a trabajar con cristales hace más de 20 años. Cursó la maestría en Diseño y Biónica en el Centro de Investigación del Instituto Europeo de Diseño de Milán. En Murano, se especializó en piezas de vidrios en el taller de Pino Signoretto, quien le hizo las piezas de cristal a Jeff Koons. En 2000, en Columbus College of Art and Design (Ohio), como artista residente hizo flores y pupilas gigantes y alucinadas en vidrio.
Explosiones flotantes surgió a partir de la investigación que realizó en Explorando la Colección #2 Gyula Kosice / Marcela Cabutti (2018) en Colección Fortabat. Este interés por las piezas hechas con aire, casi ingrávidas es un ADN de la artista. Tanto en las formas inflables como en las de vidrio el principio constitutivo es similar: el aire tensiona las membranas. Cuenta la artista que leer La poética del espacio y El aire y los sueños, de Gaston Bachelard, la marcó profundamente hasta hoy: se interesó  “en el hálito vital como reflexión sobre la fenomenología y poética del aire”. Para su tesis, visitó la casa de Leonardo Da Vinci e indagó en sus globos aerostáticos y máquinas de volar. 
Barro, roca, cristal, inflables, acero, madera, resina son para Cabutti un campo de indagación, un laboratorio de experimentación: en sus manos la mera materia deviene joya misteriosa. Le apasiona conocer, investigar, modificar y transformar. Si en la muestra Balcarce, memorias topográficas de un paisaje (2021), en galería Del Infinito, Cabutti nos sumergió en una instalación colgante hecha con esquirlas de rocas gneis, halladastras una explosión que provocó el desplome de 15 mil toneladas de piedra, ahora generó un estallido vital. 
Cabutti, que expuso en Milán, Madrid, Noruega, Roma, Turín y en distintas ciudades de Argentina, crea desde obras monumentales que ya son un sello de la city (como Pasionaria en Puerto Madero) hasta frágiles piezas de vidrio. Exuberantes flores fuera de escala, una exótica fauna de seres antropomorfos, organismos detenidos en el tiempo, insectos y colibríes gigantes habitan el deslumbrante cosmos de Cabutti. La artista dio vida a una nueva especie de luciérnagas y libélulas hechas con cristal de Murano, metales y sistemas eléctricos. Investigó y creó con aire y luz: primero objetos de plástico inflable; luego de cristal traslúcido. Con cristal soplado, hizo fascinantes Gotas gruesas, Paisajes infinitos, Besos, Lluvias negras y Geometrías del cielo. Y ahora, piezas de una síntesis exquisita que danzan, se atraen y, al tiempo, levitan: formas del amor.