IILA, Roma / Galería María Cilena, Milán. Italia.
Fotografía: Marcela Cabutti.
“Oda al Otoño”
Las cosas y la casa de Pablo Neruda
En mi casa he reunido juguetes grandes y pequeños, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es un niño, pero el hombre que no juega ha perdido para siempre el niño que vivía en él quien le faltara para siempre. Aunque la casa que he construido se asemeja a un juguete y juego con ella desde la mañana hasta la noche. Estos son mis juguetes, lo he mantenido juntos durante una vida con el preciso objetivo de jugar con ellos solo.
Confieso que he vivido.
Por Nicola Bottigliere
Escritor y docente de Literatura Hispanoamericana.
Universidad di Cassino.
El poeta chileno Pablo Neruda ha dejado una obra bizarra escrita no sólo con las palabras sino también con los objetos. No me refiero a su producción poética, que lo llevó a obtener el premio Novel en 1971, sino también a las casas que ha construido. Escritas con la madera, con el cemento, los clavos y sus objetos una verdadera “poesía inmobiliaria” la cual se entiende a partir de la relación entre casa y escritura: se entiende a las poesías de las casas viéndolas en la realidad, éstas fueron construidas y arregladas con los ritmos y las imágenes de su poesía.
Una verdadera pasión arquitectónica lo llevó a tener los últimos años de su vida cuatro casas en Chile, tres lista para recibir a su patrón y la cuarta donde vivía su segunda mujer, mientras había comprado el terreno para la casa- faro la Manquel para construirse al pie de los Andes y para la ciudad de la poesía Cantalao, sobre el promontorio de Tralca.
Para que servían todas estas casas? Sobretodo eran grandes baúles donde juntaba millones de objetos comprados por el mundo, adquiridos no por su valor económico, pero si por la extrañeza en su factura. El interés por los objetos bizarros lo llevó a volverse coleccionista de colecciones, rodeándose de serie enteras de objetos, así como la bibliografía completa sobre el tema. Podría tratarse de diablitos mejicanos, postales eróticas francesas, bolsas de agua caliente del 800 inglesas, sottopiede de pianos, botellas con forma de stivale , mascarones de barcos naufragados, botas spaiate, sacos, corbatas, campanas etc. sin dejar de tener en cuenta la mas grande de sus pasiones la de los caracoles con las cuales llego a tener algunos miles, que regalo a la Universidad de Chile, cuando se separó de Delia del Carril (1956). Iniciando entonces una nueva colección que se puede admirar todavía hoy en la casa de la Isla Negra , el pequeño paraíso terrestre donde esta sepultado junto a Matilde Urrutia y que cuenta con más de 500 ejemplares.
Fue un coleccionista singular y post- moderno, anticipándose a las modas, como la de juntar objetos inútiles y regalarlos como tesoros, cosa insólita entre los que tienen la obsesión de conservar objetos raros y preciosos. Y bueno toda esta noble y sofisticada cachureria razziatta en varias partes del mundo, muchas de las cuales vienen cantadas en las Odas Elementales (escritos de más de 200 poesías sobre los objetos de la vida cotidiana) fue recogida propiamente en estas casas chilenas, tanto que ellas han crecido junto a su patrón. Dicen en Chile que fue un cachivachero, coleccionista de cosas inútiles.
Construir significa habitar un espacio, aunque escribir significa habitar y ser habitado por las palabras. Construir imágenes con las palabras y construir imágenes con los materiales de construcción fuera de uso que se entrecruzan (intrecciarono) continuamente. Escribir y construir no fueron nunca operaciones disociadas, porque las palabras tienen la densidad de las cosas concretas y las cosas la sonoridad y comúnmente también el ánima de las palabras.
La construcción de las casas no se paró con la muerte del poeta, ocurrida el 23 de septiembre de 1973, porque el film de Massimo Troisi Il postino (reelaboración del romance de Antonio Skármeta, Ardiente Paciencia) ha creado el mito de otra casa. Neruda residió en Capri en la primera mitad de 1952, en la casita de Arturo Cerio , prestada a él y a Matilde Urrutia por el ilustre historiador y naturalista Edwin Cerio y donde el film quiere evocar apropiadamente aquella la tarde feliz , pero por exigencia cinematográfica la escenas de las casas fueron filmadas en Salina en la Eolie. Hoy los turistas provenientes de diversas partes de Europa visitan la casa de Salina que usaron como set , creyendo que es la verdadera casa de Neruda, ignorando que él había vivido en Capri en 1952.
Oda a la Cebolla
Por Neruda
Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formo tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de tu tierra oscura
se redondeo tu vientre de rocío.
bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas de espadas en el huerto,
la tierra acumulo su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplico la magnolia
levantando sus senos,
la tierra así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.
Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.
También recordare como fecunda
tu influencia el amor de la ensalada
y parece que el cielo contribuye
dándote fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios de un tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino.
Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta
en delicado
papel, sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lagrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.
Yo cuando existes celebre, cebolla,
pero para mí eres
Más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.
Oda al Tomate
Por Neruda
La calle
se lleno de tomates,
mediodía,
verano,
la luz
se parte
en dos
mitades
de tomate,
corre
por las calles
el jugo.
En diciembre
se desata
el tomate,
invade
las cocinas,
entra por los almuerzos,
se sienta
reposado
en los aparadores,
entre los vasos,
las mantequilleras,
los saleros azules.
Tiene
luz propia,
majestad benigna.
Debemos, por desgracia,
asesinarlo:
se hunde
el cuchillo
en su pulpa viviente,
es una roja,
víscera,
un sol
fresco,
profundo,
inagotable,
llena las ensaladas
de Chile,
se casa alegremente
con la clara cebolla,
y para celebrarlo
se deja
caer
aceite,
hijo
esencial del olivo,
sobre sus hemisferios entreabiertos,
agrega
la pimienta
su fragancia,
su sal su magnetismo:
son las bodas,
del día
el perejil
levanta
banderines,
las papas
hierven vigorosamente,
el asado
golpea
con su aroma
en la puerta,
es hora!
vamos!
y sobre
la mesa, en la cintura
del verano,
el tomate,
astro de la tierra,
estrella
repetida
y fecunda,
nos muestra
sus circunvoluciones,
sus canales,
la insigne plenitud
y la abundancia
sin hueso,
sin coraza,
sin escamas ni espinas,
nos entrega
el regalo
de su color fogoso
y la totalidad de su frescura.